domingo, 31 de marzo de 2019

Motivación personal — Descubre la tuya (parte I)

Se ha publicado de: https://www.fluenting.com/

Desencadena tu auténtico poder: aprende a conectar con tu motivación para ganar en todas las facetas de tu vida. Te aguarda un mundo mejor que verás lleno de sentido y de posibilidades.

En este artículo descubrirás tres tipos de motivación. Sabrás cuál de ellas te abrirá las puertas de la felicidad y la productividad.

Conceptual image - way to freedom

Comprenderás también por qué las recompensas externas, como el reconocimiento o los premios, no son siempre la forma más eficaz de motivación para ti, para tu equipo o tus empleados.

Aprenderás a focalizar mejor que nunca todo tu potencial, como si fuera un láser. En primer lugar, encontrarás una causa significativa y duradera a la que contribuir. Luego, te fijarás unas metas acordes con lo que quieres conseguir. Finalmente, buscarás las palabras y las políticas que te den el apoyo necesario para lograr esas metas.

Hay un gran vacío entre lo que la ciencia sabe y lo que se hace hoy día para motivar. Los sistemas educativos, nuestro entorno laboral y la forma de tratar a nuestros hijos se centran en motivaciones externas. Sin embargo, la intimidación o los castigos y las recompensas no permiten un rendimiento óptimo de nuestro potencial.

Motivación 1.0, 2.0 y 3.0 —¿Cuál es la tuya?…

Motivación 1.0

50.000 años atrás la motivación del ser humano era simple: sobrevivir a las amenazas del entorno. Impedir que nos devorase un cocodrilo era la guía principal de nuestras motivaciones. Huir, luchar, comer, descansar y procrear eran las actividades fundamentales en aquel momento.

Durante años funcionó bien, pero conforme las sociedades crecieron y la necesidad de cooperación aumentó, surgió paulatinamente una nueva forma de operar...

Motivación 2.0

A parte de sobrevivir, también buscamos recompensas y queremos evitar el castigo.

Este sistema de motivación refuerza mediante el placer o el dolor el comportamiento que se desea ver.

Pero esta forma de motivar con el palo y la zanahoria ya no funciona tan bien como solía hacerlo. Deja de funcionar porque es incompatible con la evolución de las sociedades contemporáneas, sus empresas y el nuevo trabajador del conocimiento.

No es compatible en tres áreas en particular:

1. Cómo organizamos nuestras actividades
2. Cómo evaluamos lo que hacemos
3. Cómo hacemos lo que hacemos

La motivación 2.0 es incompatible con la forma de organizar nuestro trabajo porque muchos proyectos ya no son de código cerrado, para defender los intereses de un colectivo en competencia con los de otros. Hoy existen nuevos modelos de negocio y de colaboración más sinérgicos y abiertos.

Las iniciativas con afán de contribuir más que de competir, como los proyectos de código abierto, están triunfando. En estos proyectos, los trabajadores regalan su producto y no reciben recompensas externas por sus esfuerzos. Algunas de estas empresas cuentan con millones de usuarios contentos, por ejemplo:

  • El navegador Firefox, tiene 150 millones de usuarios.
  • Linux, creado por una legión de programadores no remunerados, da vida a uno de cada cuatro servidores corporativos.
  • Wikipedia cuenta con millones de artículos en más de 250 idiomas diferentes, todos ellos escritos por voluntarios no remunerados.

Como han demostrado varios académicos, estos proyectos de código abierto funcionan gracias a la motivación intrínseca, que depende de factores internos propios de cada individuo. Sin embargo, los viejos modelos de negocio confían en la motivación extrínseca; es decir, el palo y la zanahoria, que son iguales para todos.

Hacer las cosas por motivación personal te compensa y te da buena energía

Dos profesores del MIT y un consultor del prestigioso Boston Consulting Group realizaron una encuesta. Encontraron que la razón número uno por la que 684 desarrolladores de proyectos participaban en iniciativas de código abierto era por el gozo que produce la motivación intrínseca; es decir, por lo creativa que la persona se siente cuando está trabajando en el proyecto.

La motivación 2.0 asume, en gran medida, que somos robots racionales que maximizan zanahorias y otras riquezas. Pero ya ni siquiera la mayoría de economistas lo creen así.

Considera lo siguiente:

  • No ahorramos lo suficiente para la jubilación aunque racionalmente es una clara ventaja económica el hacerlo.
  • Nos apegamos a las malas inversiones más de lo que deberíamos, porque sentimos mucho más dolor por perder dinero que por ganar la misma cantidad de dinero.

No somos tan racionales como pensábamos. Incontables estudios han demostrado que los seres humanos no siempre nos comportamos racionalmente por nuestro propio interés (ver, por ejemplo, Las Trampas del Deseo, de Dan Ariely).

Tampoco tenemos todos el mismo tipo de ocupación. Algunos aún tienen trabajos rutinarios que no les ofrecen un gran estímulo y que otros les dirigen. Pero un número creciente de personas gestionan su propia labor. Tienen trabajos complejos, interesantes y que les suponen un desafío constante.

El trabajo ya no es tan algorítmico, se ha vuelto heurístico (iterativo, experimental). El trabajo robótico está amenazado de muerte por el despido tecnológico. El futuro pertenece al trabajo creativo, tan lleno de posibilidades como escribir un libro, diseñar un antibiótico o crear una campaña de marketing, por ejemplo.

Los trabajos algorítmicos, como el de cajero de una cadena de supermercados, están disminuyendo.

Investigadores como Teresa Amabile, de la Harvard Business School, han encontrado que las recompensas y castigos externos funcionan bien con los trabajos algorítmicos. Pero pueden ser devastadores en trabajos heurísticos, donde la motivación extrínseca puede impedir la creatividad necesaria para inventar algo nuevo.

Las empresas necesitan personas automotivadas que tengan pasión por su trabajo porque los costes de seguimiento y control de un empleado que se aburre son enormes.

Nadie gestiona a los colaboradores de Wikipedia, nadie se sienta a fijar incentivos para motivarlos. Esos costes se los ahorran y quedan para incentivar los trabajos pesados que casi nadie disfruta haciendo y que precisan de supervisión. Los puestos más interesantes son para los trabajadores del conocimiento que requieren de más autonomía y de mayor iniciativa personal.

¿Cuáles son los tres elementos esenciales que impulsan la motivación 3.0?

Las tres fuerzas que conducen a una motivación personal intrínseca son:

  1. Autonomía — el deseo de dirigir nuestras propias vidas y nuestro trabajo.
  2. Maestría — el impulso de ser cada vez mejor en algo que realmente importa.
  3. Propósito — el anhelo de hacer algo que contribuya a una causa más grande que nosotros mismos.

En "Motivación personal — (parte II)" te hablaré más detalladamente de estos 3 elementos. Sabrás qué es más importante para una vida plena ¿el dinero (utilidad) o el propósito (finalidad)? Y descubrirás algunas estrategias para poner en marcha las ideas que compartiré contigo.

Suscríbete totalmente gratis a Fluenting para conectar con tus pasiones. Apúntate ahora y recibirás buenas ideas que te ayudarán a disfrutar de una vida más plena.

El artículo Motivación personal — Descubre la tuya (parte I) se ha publicado de: Revista Fluenting



source https://www.fluenting.com/motivacion-personal

Motivación personal — Descubre la tuya (parte I)

Se ha publicado de: https://www.fluenting.com/

Desencadena tu auténtico poder: aprende a conectar con tu motivación para ganar en todas las facetas de tu vida. Te aguarda un mundo mejor que verás lleno de sentido y de posibilidades.

En este artículo descubrirás tres tipos de motivación. Sabrás cuál de ellas te abrirá las puertas de la felicidad y la productividad.

Conceptual image - way to freedom

Comprenderás también por qué las recompensas externas, como el reconocimiento o los premios, no son siempre la forma más eficaz de motivación para ti, para tu equipo o tus empleados.

Aprenderás a focalizar mejor que nunca todo tu potencial, como si fuera un láser. En primer lugar, encontrarás una causa significativa y duradera a la que contribuir. Luego, te fijarás unas metas acordes con lo que quieres conseguir. Finalmente, buscarás las palabras y las políticas que te den el apoyo necesario para lograr esas metas.

Hay un gran vacío entre lo que la ciencia sabe y lo que se hace hoy día para motivar. Los sistemas educativos, nuestro entorno laboral y la forma de tratar a nuestros hijos se centran en motivaciones externas. Sin embargo, la intimidación o los castigos y las recompensas no permiten un rendimiento óptimo de nuestro potencial.

Motivación 1.0, 2.0 y 3.0 —¿Cuál es la tuya?…

Motivación 1.0

50.000 años atrás la motivación del ser humano era simple: sobrevivir a las amenazas del entorno. Impedir que nos devorase un cocodrilo era la guía principal de nuestras motivaciones. Huir, luchar, comer, descansar y procrear eran las actividades fundamentales en aquel momento.

Durante años funcionó bien, pero conforme las sociedades crecieron y la necesidad de cooperación aumentó, surgió paulatinamente una nueva forma de operar...

Motivación 2.0

A parte de sobrevivir, también buscamos recompensas y queremos evitar el castigo.

Este sistema de motivación refuerza mediante el placer o el dolor el comportamiento que se desea ver.

Pero esta forma de motivar con el palo y la zanahoria ya no funciona tan bien como solía hacerlo. Deja de funcionar porque es incompatible con la evolución de las sociedades contemporáneas, sus empresas y el nuevo trabajador del conocimiento.

No es compatible en tres áreas en particular:

1. Cómo organizamos nuestras actividades
2. Cómo evaluamos lo que hacemos
3. Cómo hacemos lo que hacemos

La motivación 2.0 es incompatible con la forma de organizar nuestro trabajo porque muchos proyectos ya no son de código cerrado, para defender los intereses de un colectivo en competencia con los de otros. Hoy existen nuevos modelos de negocio y de colaboración más sinérgicos y abiertos.

Las iniciativas con afán de contribuir más que de competir, como los proyectos de código abierto, están triunfando. En estos proyectos, los trabajadores regalan su producto y no reciben recompensas externas por sus esfuerzos. Algunas de estas empresas cuentan con millones de usuarios contentos, por ejemplo:

  • El navegador Firefox, tiene 150 millones de usuarios.
  • Linux, creado por una legión de programadores no remunerados, da vida a uno de cada cuatro servidores corporativos.
  • Wikipedia cuenta con millones de artículos en más de 250 idiomas diferentes, todos ellos escritos por voluntarios no remunerados.

Como han demostrado varios académicos, estos proyectos de código abierto funcionan gracias a la motivación intrínseca, que depende de factores internos propios de cada individuo. Sin embargo, los viejos modelos de negocio confían en la motivación extrínseca; es decir, el palo y la zanahoria, que son iguales para todos.

Hacer las cosas por motivación personal te compensa y te da buena energía

Dos profesores del MIT y un consultor del prestigioso Boston Consulting Group realizaron una encuesta. Encontraron que la razón número uno por la que 684 desarrolladores de proyectos participaban en iniciativas de código abierto era por el gozo que produce la motivación intrínseca; es decir, por lo creativa que la persona se siente cuando está trabajando en el proyecto.

La motivación 2.0 asume, en gran medida, que somos robots racionales que maximizan zanahorias y otras riquezas. Pero ya ni siquiera la mayoría de economistas lo creen así.

Considera lo siguiente:

  • No ahorramos lo suficiente para la jubilación aunque racionalmente es una clara ventaja económica el hacerlo.
  • Nos apegamos a las malas inversiones más de lo que deberíamos, porque sentimos mucho más dolor por perder dinero que por ganar la misma cantidad de dinero.

No somos tan racionales como pensábamos. Incontables estudios han demostrado que los seres humanos no siempre nos comportamos racionalmente por nuestro propio interés (ver, por ejemplo, Las Trampas del Deseo, de Dan Ariely).

Tampoco tenemos todos el mismo tipo de ocupación. Algunos aún tienen trabajos rutinarios que no les ofrecen un gran estímulo y que otros les dirigen. Pero un número creciente de personas gestionan su propia labor. Tienen trabajos complejos, interesantes y que les suponen un desafío constante.

El trabajo ya no es tan algorítmico, se ha vuelto heurístico (iterativo, experimental). El trabajo robótico está amenazado de muerte por el despido tecnológico. El futuro pertenece al trabajo creativo, tan lleno de posibilidades como escribir un libro, diseñar un antibiótico o crear una campaña de marketing, por ejemplo.

Los trabajos algorítmicos, como el de cajero de una cadena de supermercados, están disminuyendo.

Investigadores como Teresa Amabile, de la Harvard Business School, han encontrado que las recompensas y castigos externos funcionan bien con los trabajos algorítmicos. Pero pueden ser devastadores en trabajos heurísticos, donde la motivación extrínseca puede impedir la creatividad necesaria para inventar algo nuevo.

Las empresas necesitan personas automotivadas que tengan pasión por su trabajo porque los costes de seguimiento y control de un empleado que se aburre son enormes.

Nadie gestiona a los colaboradores de Wikipedia, nadie se sienta a fijar incentivos para motivarlos. Esos costes se los ahorran y quedan para incentivar los trabajos pesados que casi nadie disfruta haciendo y que precisan de supervisión. Los puestos más interesantes son para los trabajadores del conocimiento que requieren de más autonomía y de mayor iniciativa personal.

¿Cuáles son los tres elementos esenciales que impulsan la motivación 3.0?

Las tres fuerzas que conducen a una motivación personal intrínseca son:

  1. Autonomía — el deseo de dirigir nuestras propias vidas y nuestro trabajo.
  2. Maestría — el impulso de ser cada vez mejor en algo que realmente importa.
  3. Propósito — el anhelo de hacer algo que contribuya a una causa más grande que nosotros mismos.

En "Motivación personal — (parte II)" te hablaré más detalladamente de estos 3 elementos. Sabrás qué es más importante para una vida plena ¿el dinero (utilidad) o el propósito (finalidad)? Y descubrirás algunas estrategias para poner en marcha las ideas que compartiré contigo.

Suscríbete totalmente gratis a Fluenting para conectar con tus pasiones. Apúntate ahora y recibirás buenas ideas que te ayudarán a disfrutar de una vida más plena.

El artículo Motivación personal — Descubre la tuya (parte I) se ha publicado de: Revista Fluenting

sábado, 30 de marzo de 2019

Cómo gané confianza tirándome desde 20 metros

Disponible en: https://www.fluenting.com/

Suelo ir a Toledo a visitar a mi hermana. En una de estas excursiones, estábamos dando un paseo por el casco histórico cuando vimos una tirolina que cruzaba a lo ancho del río Tajo.

— ¡Vamos a tirarnos! —dijo ella.

Miré hacia abajo desde el puente de San Martín. Después miré al frente y vi el cable que colgaba a 20 metros de altura…

— Otro día —respondí escondiendo mi nerviosismo— jaja…

En ese momento no me tiré, pero sentí ganas de vencer ese temor y superarme a mí misma. Estuve a punto de no hacerlo, pero me dirigí a mi marido y a mi hermana y les dije:

— La próxima vez que venga a Toledo, me tiro.

La aventura de superar obstáculos

Tardé bastante en volver, pero en mi siguiente viaje a Toledo, sabía que alguien sacaría la conversación, así que me adelanté:

—¡Mañana voy a tirarme por la tirolina!

Mi marido me animó a hacerlo y mi hermana me dijo que ella también se apuntaba al sarao. Así que al día siguiente nos acercamos al puente de San Martín.

Estaba haciendo fila para tirarme con el arnés y el casco puesto cuando un hombre, que estaba a punto de lanzarse, se arrepintió en el último momento y se dio media vuelta. Me afectó ver cómo aquel pedazo de tío se asustaba, daba media vuelta y corría. Tuve una enorme tentación de hacer lo mismo, pero me mantuve firme en mi decisión.

Por fin era mi turno. Estaba al borde del precipicio. El monitor me notó tan nerviosa que bromeó para tranquilizarme:

—Tenías que haberte tomado un vinito antes de venir
—Jajaja… Sí… Tenía que haberme tomado la botella entera —le dije, aunque casi nunca bebo alcohol.

El paso decisivo

En ese momento fui consciente de todos mis condicionamientos pasados. No pensé que iba a sentir tanto miedo hasta que llegó ese momento. Me di cuenta de que todas las voces de mi pasado habían vuelto a mi mente justo en ese momento: “¡Cuidado, no lo hagas, que te vas a hacer daño!” “¡No te subas, que es peligroso!”, etc…

—Cuando quieras puedes tirarte —dijo el monitor
—Como no me empujes tú, yo no me tiro —le respondí con el corazón a mil.
—No. Tú solo saca un pie y verás. Puedes hacerlo.

Estaba claro que el monitor no iba a tirarme. Solo yo podía hacerlo. Tenía en mis manos la posibilidad de lanzarme o de echarme atrás, como había hecho el hombre de antes. Respiré hondo y recordé por qué estaba allí. Quería demostrarme a mí misma que podía hacerlo, quería cumplir mi palabra. En el fondo, sabía que era capaz de superar ese obstáculo y conseguir lo que me había propuesto. Querer es poder.

Además, recordé un consejo de Diego:

Algunas veces viene bien ser un poco miope. Focaliza la atención en lo relevante, no te distraigas con lo que te aleja de tu meta. Céntrate sólo en tu siguiente paso.

Recordando esto, me enfoqué solo en mi pierna izquierda. La levanté lentamente hasta que mi pie estaba ya en el aire, fuera de la pasarela. De repente y por la fuerza de la gravedad, el arnés tiró de mí y cuando me quise dar cuenta:

—¡Aaaaaaaaaaaaaahhhhh!

Ya no había vuelta atrás

Abrí los ojos y me vi flotando sobre el río Tajo, volando sobre los árboles, me sentí libre como un pájaro. Las vistas eran alucinantes. La altura, que tanto me había asustado hasta ese momento, ya no era un impedimento para mí.

“Ya está hecho. Lo he logrado” —pensaba— ¡esto es la caña!

—¡Yujuuuuuuuuuuuuuu!

Al llegar a la otra orilla del Tajo me temblaban tanto las piernas que parecía un flan. Tenía la adrenalina por las nubes, pero no podía parar de sonreír.

Lo que realmente gané de aquella aventura

Una vez que la adrenalina volvió a su sitio reflexioné sobre lo que había supuesto para mí tirarme al vacío. De repente, me sentía capaz de conseguir muchas otras cosas. Me di cuenta de que el paso más difícil de superar es aquel en el que ya no hay marcha atrás. En el caso de la tirolina, el paso más complicado para mí fue sacar el pie fuera de la pasarela. En ese punto es cuando tienes que vencer todas tus limitaciones anteriores, confiar en ti mismo y dar un paso en la dirección correcta.

El anterior post Cómo gané confianza tirándome desde 20 metros se ha publicado de: Revista Fluenting



source https://www.fluenting.com/ganar-confianza-tirolina

Cómo gané confianza tirándome desde 20 metros

Disponible en: https://www.fluenting.com/

Suelo ir a Toledo a visitar a mi hermana. En una de estas excursiones, estábamos dando un paseo por el casco histórico cuando vimos una tirolina que cruzaba a lo ancho del río Tajo.

— ¡Vamos a tirarnos! —dijo ella.

Miré hacia abajo desde el puente de San Martín. Después miré al frente y vi el cable que colgaba a 20 metros de altura…

— Otro día —respondí escondiendo mi nerviosismo— jaja…

En ese momento no me tiré, pero sentí ganas de vencer ese temor y superarme a mí misma. Estuve a punto de no hacerlo, pero me dirigí a mi marido y a mi hermana y les dije:

— La próxima vez que venga a Toledo, me tiro.

La aventura de superar obstáculos

Tardé bastante en volver, pero en mi siguiente viaje a Toledo, sabía que alguien sacaría la conversación, así que me adelanté:

—¡Mañana voy a tirarme por la tirolina!

Mi marido me animó a hacerlo y mi hermana me dijo que ella también se apuntaba al sarao. Así que al día siguiente nos acercamos al puente de San Martín.

Estaba haciendo fila para tirarme con el arnés y el casco puesto cuando un hombre, que estaba a punto de lanzarse, se arrepintió en el último momento y se dio media vuelta. Me afectó ver cómo aquel pedazo de tío se asustaba, daba media vuelta y corría. Tuve una enorme tentación de hacer lo mismo, pero me mantuve firme en mi decisión.

Por fin era mi turno. Estaba al borde del precipicio. El monitor me notó tan nerviosa que bromeó para tranquilizarme:

—Tenías que haberte tomado un vinito antes de venir
—Jajaja… Sí… Tenía que haberme tomado la botella entera —le dije, aunque casi nunca bebo alcohol.

El paso decisivo

En ese momento fui consciente de todos mis condicionamientos pasados. No pensé que iba a sentir tanto miedo hasta que llegó ese momento. Me di cuenta de que todas las voces de mi pasado habían vuelto a mi mente justo en ese momento: “¡Cuidado, no lo hagas, que te vas a hacer daño!” “¡No te subas, que es peligroso!”, etc…

—Cuando quieras puedes tirarte —dijo el monitor
—Como no me empujes tú, yo no me tiro —le respondí con el corazón a mil.
—No. Tú solo saca un pie y verás. Puedes hacerlo.

Estaba claro que el monitor no iba a tirarme. Solo yo podía hacerlo. Tenía en mis manos la posibilidad de lanzarme o de echarme atrás, como había hecho el hombre de antes. Respiré hondo y recordé por qué estaba allí. Quería demostrarme a mí misma que podía hacerlo, quería cumplir mi palabra. En el fondo, sabía que era capaz de superar ese obstáculo y conseguir lo que me había propuesto. Querer es poder.

Además, recordé un consejo de Diego:

Algunas veces viene bien ser un poco miope. Focaliza la atención en lo relevante, no te distraigas con lo que te aleja de tu meta. Céntrate sólo en tu siguiente paso.

Recordando esto, me enfoqué solo en mi pierna izquierda. La levanté lentamente hasta que mi pie estaba ya en el aire, fuera de la pasarela. De repente y por la fuerza de la gravedad, el arnés tiró de mí y cuando me quise dar cuenta:

—¡Aaaaaaaaaaaaaahhhhh!

Ya no había vuelta atrás

Abrí los ojos y me vi flotando sobre el río Tajo, volando sobre los árboles, me sentí libre como un pájaro. Las vistas eran alucinantes. La altura, que tanto me había asustado hasta ese momento, ya no era un impedimento para mí.

“Ya está hecho. Lo he logrado” —pensaba— ¡esto es la caña!

—¡Yujuuuuuuuuuuuuuu!

Al llegar a la otra orilla del Tajo me temblaban tanto las piernas que parecía un flan. Tenía la adrenalina por las nubes, pero no podía parar de sonreír.

Lo que realmente gané de aquella aventura

Una vez que la adrenalina volvió a su sitio reflexioné sobre lo que había supuesto para mí tirarme al vacío. De repente, me sentía capaz de conseguir muchas otras cosas. Me di cuenta de que el paso más difícil de superar es aquel en el que ya no hay marcha atrás. En el caso de la tirolina, el paso más complicado para mí fue sacar el pie fuera de la pasarela. En ese punto es cuando tienes que vencer todas tus limitaciones anteriores, confiar en ti mismo y dar un paso en la dirección correcta.

El anterior post Cómo gané confianza tirándome desde 20 metros se ha publicado de: Revista Fluenting

viernes, 29 de marzo de 2019

Cómo encontré un método tonto para superar debilidades

Primero escrito para: Blog de Fluenting

Aprendo mucho de mis clientes. Hoy te voy a hablar de Pedro. Tiene mil ilusiones, un gran corazón y trabaja hasta muy tarde. Su familia le echa un poco de menos. Quiere emprender su propio negocio y le sobra talento, pero él no lo sabe.

No terminó su carrera. Dejó ADE en tercer curso. Lleva la tienda de otro en un gran centro comercial. Él es el alma que la hace prosperar. Su sueldo está por encima de la media, pero no le pagan ni de lejos todo lo que su trabajo vale.

Pedro y yo nos conocemos hace cuatro meses. En un día se puede hacer relativamente poco. Para que empiecen a ocurrir ‘milagros’ hacen falta más. Nuestras sesiones de coaching estratégico le hacen ganar claridad y sus avances son notables. Pero a ninguno de los dos nos bastan estos resultados.

Total, que Pedro y yo nos hemos hecho buenos amigos porque resonamos. El otro día quedamos para tomar algo. Charlamos sobre sus retos y las metas que le preocupaban: pasar más tiempo con sus hijos, tener más autonomía, darle a su familia la vida que se merecen y contribuir más activamente a su proyecto de negocio, que lo tenía un poco estancado.

Como estábamos en otro contexto, más informal, le propuse una partidita de ajedrez, a ver qué pasaba. Me dijo que era malísimo, que a penas sabía cómo mover las piezas.

— ¡Genial! —le respondí yo—. Así te podré dar una buena paliza y pagas tú la ronda. Jeje…

Nos reímos los dos, saqué mi móvil y decimos jugar un rato al ajedrez mientras nos tomábamos unas birritas.

Mis clientes tienen sueños (y mucho talento escondido)…

Pedro es un tipo fenomenal. Un cacho de pan con ojos. Una de esas personas con las que me gusta trabajar (hace años que decidí ser selectivo —la agenda no me permite otra alternativa— solo tengo tiempo para los que resuenan conmigo y realmente quieren avanzar en sus metas.)

A veces desconfía de su talento y de su potencial, pero tiene coraje y persevera a pesar de los batacazos… Se cae, aprende y se levanta. Lo sigue intentando porque tiene fe en la vida. En el fondo es un crack —aunque él todavía no se lo cree.

Se estaba poniendo feo

Tenía miedo de que su jefe lo despidiese por cuatro perras conforme pasaran los años. Hace poco le han propuesto un traslado. Por el caríz que va tomando todo, y por las condiciones y la forma de planterle el traslado, se teme que pronto pase lo peor. Esto le está creando algunos dilemas. Ha decidido meterle más caña a su proyecto de negocio.

Pedro tiene alma de capitán

A Pedro no le gusta que su destino y el de su familia se encuentre en manos de otras personas.

Harto de que su jefe le mangoneara, sabía que para montar su propio negocio sin poner en peligro a los suyos necesitaba pensarlo bien y tener las cosas realmente claras.

Sus “experimentos” en Internet habían dado resultados muy pobres hasta el momento. Después de probar mil cosas, lo único que había logrado era sentirse desbordado y un poco más desmoralizado que cuando empezó.

A la segunda sesión Pedro ya sabía que para montar un negocio de éxito tenía que apoyarse en sus fortalezas y apostar por algo que le llenase. Si no se tomaba en serio su proyecto solo cambiaría una situación mala por otra peor.

Tenía claro lo que le gustaba y cuál era su visión. Pero no terminaba de concretar cómo podía hacerla realidad. Quería hacer mucho él solito en muy poco tiempo. Tanto abarcar le estaba quemando. Su nivel de autoexigencia le estaba pasando factura y sus resultados aún eran descorazonadores.

¿Hay jugadores natos de ajedrez?

Aunque el ajedrez no es mi fuerte ni me ha interesado nunca demasiado, mi intuición me decía que algo bueno podía salir de la experiencia. Con todos estos antecedentes y cinco sesiones de coaching a la espalda empezamos nuestra partida. La primera la gané por palizón. La segunda también y la cosa se ponía aburrida. Tenía fallos tontísimos. Le comía una pieza detrás de otra.

Le pedí que me comentara, conforme jugaba, en voz alta sus razonamientos. Cuando me explicó su estrategia me quedé boquiabierto. Era capaz de pensar qué piezas movería con 3 o 4 jugadas de antelación. Tenía clara su meta y qué haría para conseguirla.

Sus ideas eran mejores que las mías

Pero… ¿por qué perdía una y otra vez? Lo vi claro. Estaba tan orientado a ganar y tenía tanta ilusión y energía por llegar a buen puerto, que se olvidaba por completo de evaluar los riegos presentes.

—La jugada que quieres hacer es alucinante, Pedro. Pero no te has pispado de que con este peón te voy a comer el caballo con el que contabas para tu maravillosa estrategia.

Se vino abajo otra vez.

—Pedro, olvídate por un momento de ganar y dime qué harías tú para no perder al ajedrez

—Y yo que sé…

— ¡Deja el móvil un rato y piénsalo!

Pedro estaba tan acostumbrado a lidiar con los imprevistos y las agendas de los demás que se había vuelto un poco distraído. Su atención estaba en el móvil, en lo que iba a hacer mañana, en los problemas que tienen sus hijos, en el partido de fútbol de esta noche, en la chapuza que le ha salido en el fregadero de su casa, en el libro que tiene a medias y en los pedidos que esperaba recibir en su tienda ayer —por decirte solo unos cuantos…

—Vamos a ver… ¡Pon atención a mi pregunta y respóndeme en serio! No te vengas abajo, tío.

—Vale, vale. Lo que haría para no perder al ajedrez es… mirar cuáles de tus piezas amenazan a mis piezas más importantes.

— ¡Fenomenal! Dime qué piezas son las más importantes, en tu opinión.

—La reina, las dos torres y mis alfiles, creo.

Jugamos la siguiente partida, Pedro intentó proteger sus mejores piezas. Aun así, perdió. Cometió casi los mismos errores.

— ¿Qué crees que ha fallado en tu plan?

—No sé… —titubeó

—Venga hombre, ¿qué podría ser…? —le dije yo.

—¡Leche, es que no es tan fácil supervisar tantas piezas a la vez! Me despisto porque no tengo paciencia para estar dos horas mirando antes de mover.

—Comprendo. Si solo tuvieras que proteger una pieza, ¿cuál sería?

—Protegería a la reina —contestó Pedro.

Y de repente todo cambió...

—Me parece una idea estupenda… —le dije— La reina es una pieza clave.

Lo que sucedió después fue asombroso. Cuando Pedro se centró en proteger a su reina todo su juego mejoró. El cambio fue radical y el resultado espectacular. No solo se convirtió en un digno oponente, sino que me ganó claramente la partida. Sin trampa ni cartón. No me dejé ganar. Me ganó.

Nunca te avergüences de ser mejor que tus maestros…

Me quedé flipado con el resultado. Me sorprendió ver que Pedro casi se avergonzaba de haberme dado la del pulpo.

— ¡Enhorabuena, Pedro! Me has dejado a cuadros.

—Nada hombre, la suerte del principiante —dijo Pedro

—Ni de coña, le dije yo. ¿Cómo lo explicas?

—No sé. Igual resulta que la clave es hacer menos cosas, pero más importantes.

— ¿Crees que podrías aplicar lo que has descubierto a tu proyecto de negocio? —le pregunté.

—Sí, puede ser.

—Dime cómo.

Lo pensó un rato y después me contestó…

—Como dices en Llegar a Todo: para cambiar por completo mis resultados basta con dar un pequeño paso.

—¿Y eso qué significa para ti?

—Verás… Juntos hemos visto que para ganar es imprescindible tenerlo claro y centrarse en lo realmente importante.  Cuando ignoro lo que podría salir mal, corro riesgos tontos.  Necesito identificar riesgos antes de actuar. Determinar qué actividades bajan mis riesgos al mismo tiempo que suben mis opciones de ganar. Velar por mi reina. Así es como mejoraré mi juego, así es como podré ganar.

—Gracias Pedro, me has enseñado mucho. Me parece valioso lo que has dicho. No dudes en aplicarlo a tu plan de acción. Verás cómo pronto la cosa cambia.

El aprendiz se convirtió en maestro…

¡Y vaya si ha cambiado! Pedro decidió que lo más importante era vender. Se centró primero en identificar a su cliente objetivo y dónde encontrarlo. Decidió qué le ofrecería primero y a qué precio. Por último, concentró todos sus esfuerzos en su estrategia de comercialización.

Ahora Pedro está camino de crecer como la espuma. Y su sueño de tener una vida plena está mucho más cerca de la realidad.

Espero que tú también te suscribas a Fluenting para encontrar el juego que te haga inevitable ganar.

Cómo encontré un método tonto para superar debilidades es cortesía de: Blog de Fluenting



source https://www.fluenting.com/metodo-tonto-superar-debilidades

Cómo encontré un método tonto para superar debilidades

Primero escrito para: Blog de Fluenting

Aprendo mucho de mis clientes. Hoy te voy a hablar de Pedro. Tiene mil ilusiones, un gran corazón y trabaja hasta muy tarde. Su familia le echa un poco de menos. Quiere emprender su propio negocio y le sobra talento, pero él no lo sabe.

No terminó su carrera. Dejó ADE en tercer curso. Lleva la tienda de otro en un gran centro comercial. Él es el alma que la hace prosperar. Su sueldo está por encima de la media, pero no le pagan ni de lejos todo lo que su trabajo vale.

Pedro y yo nos conocemos hace cuatro meses. En un día se puede hacer relativamente poco. Para que empiecen a ocurrir ‘milagros’ hacen falta más. Nuestras sesiones de coaching estratégico le hacen ganar claridad y sus avances son notables. Pero a ninguno de los dos nos bastan estos resultados.

Total, que Pedro y yo nos hemos hecho buenos amigos porque resonamos. El otro día quedamos para tomar algo. Charlamos sobre sus retos y las metas que le preocupaban: pasar más tiempo con sus hijos, tener más autonomía, darle a su familia la vida que se merecen y contribuir más activamente a su proyecto de negocio, que lo tenía un poco estancado.

Como estábamos en otro contexto, más informal, le propuse una partidita de ajedrez, a ver qué pasaba. Me dijo que era malísimo, que a penas sabía cómo mover las piezas.

— ¡Genial! —le respondí yo—. Así te podré dar una buena paliza y pagas tú la ronda. Jeje…

Nos reímos los dos, saqué mi móvil y decimos jugar un rato al ajedrez mientras nos tomábamos unas birritas.

Mis clientes tienen sueños (y mucho talento escondido)…

Pedro es un tipo fenomenal. Un cacho de pan con ojos. Una de esas personas con las que me gusta trabajar (hace años que decidí ser selectivo —la agenda no me permite otra alternativa— solo tengo tiempo para los que resuenan conmigo y realmente quieren avanzar en sus metas.)

A veces desconfía de su talento y de su potencial, pero tiene coraje y persevera a pesar de los batacazos… Se cae, aprende y se levanta. Lo sigue intentando porque tiene fe en la vida. En el fondo es un crack —aunque él todavía no se lo cree.

Se estaba poniendo feo

Tenía miedo de que su jefe lo despidiese por cuatro perras conforme pasaran los años. Hace poco le han propuesto un traslado. Por el caríz que va tomando todo, y por las condiciones y la forma de planterle el traslado, se teme que pronto pase lo peor. Esto le está creando algunos dilemas. Ha decidido meterle más caña a su proyecto de negocio.

Pedro tiene alma de capitán

A Pedro no le gusta que su destino y el de su familia se encuentre en manos de otras personas.

Harto de que su jefe le mangoneara, sabía que para montar su propio negocio sin poner en peligro a los suyos necesitaba pensarlo bien y tener las cosas realmente claras.

Sus “experimentos” en Internet habían dado resultados muy pobres hasta el momento. Después de probar mil cosas, lo único que había logrado era sentirse desbordado y un poco más desmoralizado que cuando empezó.

A la segunda sesión Pedro ya sabía que para montar un negocio de éxito tenía que apoyarse en sus fortalezas y apostar por algo que le llenase. Si no se tomaba en serio su proyecto solo cambiaría una situación mala por otra peor.

Tenía claro lo que le gustaba y cuál era su visión. Pero no terminaba de concretar cómo podía hacerla realidad. Quería hacer mucho él solito en muy poco tiempo. Tanto abarcar le estaba quemando. Su nivel de autoexigencia le estaba pasando factura y sus resultados aún eran descorazonadores.

¿Hay jugadores natos de ajedrez?

Aunque el ajedrez no es mi fuerte ni me ha interesado nunca demasiado, mi intuición me decía que algo bueno podía salir de la experiencia. Con todos estos antecedentes y cinco sesiones de coaching a la espalda empezamos nuestra partida. La primera la gané por palizón. La segunda también y la cosa se ponía aburrida. Tenía fallos tontísimos. Le comía una pieza detrás de otra.

Le pedí que me comentara, conforme jugaba, en voz alta sus razonamientos. Cuando me explicó su estrategia me quedé boquiabierto. Era capaz de pensar qué piezas movería con 3 o 4 jugadas de antelación. Tenía clara su meta y qué haría para conseguirla.

Sus ideas eran mejores que las mías

Pero… ¿por qué perdía una y otra vez? Lo vi claro. Estaba tan orientado a ganar y tenía tanta ilusión y energía por llegar a buen puerto, que se olvidaba por completo de evaluar los riegos presentes.

—La jugada que quieres hacer es alucinante, Pedro. Pero no te has pispado de que con este peón te voy a comer el caballo con el que contabas para tu maravillosa estrategia.

Se vino abajo otra vez.

—Pedro, olvídate por un momento de ganar y dime qué harías tú para no perder al ajedrez

—Y yo que sé…

— ¡Deja el móvil un rato y piénsalo!

Pedro estaba tan acostumbrado a lidiar con los imprevistos y las agendas de los demás que se había vuelto un poco distraído. Su atención estaba en el móvil, en lo que iba a hacer mañana, en los problemas que tienen sus hijos, en el partido de fútbol de esta noche, en la chapuza que le ha salido en el fregadero de su casa, en el libro que tiene a medias y en los pedidos que esperaba recibir en su tienda ayer —por decirte solo unos cuantos…

—Vamos a ver… ¡Pon atención a mi pregunta y respóndeme en serio! No te vengas abajo, tío.

—Vale, vale. Lo que haría para no perder al ajedrez es… mirar cuáles de tus piezas amenazan a mis piezas más importantes.

— ¡Fenomenal! Dime qué piezas son las más importantes, en tu opinión.

—La reina, las dos torres y mis alfiles, creo.

Jugamos la siguiente partida, Pedro intentó proteger sus mejores piezas. Aun así, perdió. Cometió casi los mismos errores.

— ¿Qué crees que ha fallado en tu plan?

—No sé… —titubeó

—Venga hombre, ¿qué podría ser…? —le dije yo.

—¡Leche, es que no es tan fácil supervisar tantas piezas a la vez! Me despisto porque no tengo paciencia para estar dos horas mirando antes de mover.

—Comprendo. Si solo tuvieras que proteger una pieza, ¿cuál sería?

—Protegería a la reina —contestó Pedro.

Y de repente todo cambió...

—Me parece una idea estupenda… —le dije— La reina es una pieza clave.

Lo que sucedió después fue asombroso. Cuando Pedro se centró en proteger a su reina todo su juego mejoró. El cambio fue radical y el resultado espectacular. No solo se convirtió en un digno oponente, sino que me ganó claramente la partida. Sin trampa ni cartón. No me dejé ganar. Me ganó.

Nunca te avergüences de ser mejor que tus maestros…

Me quedé flipado con el resultado. Me sorprendió ver que Pedro casi se avergonzaba de haberme dado la del pulpo.

— ¡Enhorabuena, Pedro! Me has dejado a cuadros.

—Nada hombre, la suerte del principiante —dijo Pedro

—Ni de coña, le dije yo. ¿Cómo lo explicas?

—No sé. Igual resulta que la clave es hacer menos cosas, pero más importantes.

— ¿Crees que podrías aplicar lo que has descubierto a tu proyecto de negocio? —le pregunté.

—Sí, puede ser.

—Dime cómo.

Lo pensó un rato y después me contestó…

—Como dices en Llegar a Todo: para cambiar por completo mis resultados basta con dar un pequeño paso.

—¿Y eso qué significa para ti?

—Verás… Juntos hemos visto que para ganar es imprescindible tenerlo claro y centrarse en lo realmente importante.  Cuando ignoro lo que podría salir mal, corro riesgos tontos.  Necesito identificar riesgos antes de actuar. Determinar qué actividades bajan mis riesgos al mismo tiempo que suben mis opciones de ganar. Velar por mi reina. Así es como mejoraré mi juego, así es como podré ganar.

—Gracias Pedro, me has enseñado mucho. Me parece valioso lo que has dicho. No dudes en aplicarlo a tu plan de acción. Verás cómo pronto la cosa cambia.

El aprendiz se convirtió en maestro…

¡Y vaya si ha cambiado! Pedro decidió que lo más importante era vender. Se centró primero en identificar a su cliente objetivo y dónde encontrarlo. Decidió qué le ofrecería primero y a qué precio. Por último, concentró todos sus esfuerzos en su estrategia de comercialización.

Ahora Pedro está camino de crecer como la espuma. Y su sueño de tener una vida plena está mucho más cerca de la realidad.

Espero que tú también te suscribas a Fluenting para encontrar el juego que te haga inevitable ganar.

Cómo encontré un método tonto para superar debilidades es cortesía de: Blog de Fluenting

jueves, 28 de marzo de 2019

Aquí tienes el truco del almendruco

Inicialmente visto en: FLUENTING impúlsate a una mayor calidad de vida

Te voy a contar una pequeña historia para esos momentos en los que parece que nunca conseguirás lo que quieres:

—Estos almendros no van a ninguna parte. Cada año están más feos y dan menos almendrucos. Estoy por arrancarlos y poner un buen olmo que, por lo menos, dará buena sombra con el tiempo.

—Un poco radical, ¿no te parece mamá? Estos árboles solo necesitan una buena poda. Hace años que están descuidados. Y tú te empeñas en pedirles peras a los olmos. ¿Me permites, madre, que les pase la motosierra para ver de lo que son capaces?

—Tú verás, hijo mío. Yo creo que es una pérdida de tiempo. Pero si te hace tanta ilusión. El campo también es tuyo. Haz lo que quieras.

—OK.

Sí, señor. Aquellos almendros estaban tristes. Mis padres los habían descuidado. Por eso recogían tan pocos frutos.

Años atrás daban las almendras más dulces, y sus flores nos alegraban cada primavera. Tan hermosos eran que todos dimos por descontado que siempre serían así.

El error fue pensar que lo único que teníamos que hacer era poner el cazo y recoger la cosecha cada año. Por un tiempo realmente fue así. Luego se fueron empobreciendo —digamos que se sintieron solos y un poco abandonados— y en lo que nos pareció un instante, los árboles se habían convertido en unos mamarrachos.

Los árboles hablan...

Habían llegado a un punto tal, que por no dar, casi ni daban sombra. A nadie parecía importarle demasiado lo que aquellos almendros habían sido, y aún menos lo que podían ser.

Su futuro peligraba y yo sentía que me hablaban. Así que decidí escucharlos. Les oí decir que merecían una vida mejor en honor a sus gloriosos servicios pasados.

Una mañana de sábado desayuné y después del café me decidí a podarlos. Tomé la motosierra y me puse manos a la obra. Los contemplé e hice lo que me pidieron. Los dejé desnudos, en su pura esencia —sin artificio alguno, sólo con sus mejores ramas, raíces y su tronco. Me sentí satisfecho y un poco de su tristeza se transfirió a mí. A cambio yo les di un poco de mi esperanza y mi fe en ellos.

Pronto me sacudí la pena. Me acordé de que algún día darían las mejores almendras, en la mayor cantidad, las más duces y serían los más bonitos y luminosos del vecindario. Además, en las entrañas, aquellos árboles lo tenían muy claro: con sus valiosas raíces el reto de crecer y dar buen fruto estaba más que asegurado.

Pasaron los días y meses. Todos nos olvidamos de ellos. Pero volvió la primavera y de las raíces, el sol, el agua y los nutrientes resurgieron los dos hermanos con sendos brotes. ¡Qué alegría sentimos todos! ¡Qué bonitos!

A la sombra de la cochera y junto al seto, los almendros continuaron por sus brotes verdes creciendo.

Yo los veía con orgullo. Esos árboles tenían sus propias razones y su corazón también era sabio. De un tronco de palo, cada uno de ellos empezaba a hacer su maravilloso árbol.

Ignoraban a los que decían "imposible"… ¡y lo consiguieron!

No lo tenían nada fácil. A pesar de la sombra, la escasez de nutrientes, el terreno arcilloso y pétreo y la abundancia de abrojos los dos lo consiguieron. Ambos iban prosperando, como los niños van creciendo.

Quiso la mala suerte —o el descuido— que el muchacho que mi madre contrató esa temporada para desbrozar el terreno, en un giro golpeara y desgarrase de uno de los almendros su precioso y único vástago.

— ¡Qué lástima! —dijeron todos.

—Era el brote más grande —comenté yo.

¡Y qué envidia silenciosa debió sentir con el paso de los días el desgraciado árbol al ver al otro creciendo y creciendo!

Jamás viste un crecimiento tan desigualado…

Al principio casi ni se notó. Pero conforme la primavera avanzaba, más evidente quedaba cuál de los árboles era el almendro mejor parado. El árbol herido se había quedado muy rezagado. Parecía como muerto. Totalmente estancado, como si para él ni la primavera hubiera llegado. Para principios de verano las diferencias eran odiosas. Uno era precioso, grande, asombroso; el otro parecía una estaca abandonada esperando la quema.

Pero lo importante de aquel árbol era que estaba muy bien arraigado en la tierra, no carecía de raíces auténticas y fuertes y la savia de la vida le quemaba por dentro.

No era la primera vez que el almendro había sufrido la inconsciencia de un ser humano. Ya cuando era chico a mi padre se le cayó ese mismo almendro de las manos.

¿Alguna vez has perdido la confianza?…

¡Lo que son los árboles!… Por mucho que otros crean que su tiempo ha pasado, o que nadie recuerde las almendras que regalaron y que todos les digan que son unos desgraciados... ellos tienen sus propios misterios para rebrotar cuando nadie lo espera.

El verano pasó. El almendro sano perdió sus hojas para el otoño. Pasó la navidad, comimos dulces y brindamos por el año nuevo. La vida siempre sigue. No hay quien la pare.

Los ignorantes se empeñaban en que para febrero había que arrancar y quemar el viejo almendro.

—Por encima de mi cadáver —les dije—. A ese almendro todavía le quedan muchos almendrucos, y algún día los veremos.

Y contra todo pronóstico un asombroso brote de esperanza renació de mi buen almendro a la primavera siguiente.

A todos les dije: poned cuidado y no destrocéis estos brotes tan buenos. Que lo que al principio parece poco, en un año es un árbol nuevo.

Todos lo celebramos. Nos enseñó mucho aquel almendro.

Nunca volverás a creer que es mejor el cerezo…

Ahora está precioso. Sus ramas son las más frondosas, su verdor un monumento. De las flores ni te cuento… que los japoneses fardan de cerezos y yo presumo de almendros.

Amigo mío, solo quería compartir contigo el sorprendente crecimiento del árbol herido, que muy pronto dará las mejores almendras.

Todos podemos hacer el truco del almendruco cuando confiamos en nosotros mismos y nos rendimos a la vida que tenemos dentro.

Suscríbete a Fluenting y comparte con tus amigos este pequeña historia de lo que aprendí de mis preciosos árboles.

El anterior blog post Aquí tienes el truco del almendruco fue inicialmente publicado en: FLUENTING



source https://www.fluenting.com/truco-del-almendruco

Aquí tienes el truco del almendruco

Inicialmente visto en: FLUENTING impúlsate a una mayor calidad de vida

Te voy a contar una pequeña historia para esos momentos en los que parece que nunca conseguirás lo que quieres:

—Estos almendros no van a ninguna parte. Cada año están más feos y dan menos almendrucos. Estoy por arrancarlos y poner un buen olmo que, por lo menos, dará buena sombra con el tiempo.

—Un poco radical, ¿no te parece mamá? Estos árboles solo necesitan una buena poda. Hace años que están descuidados. Y tú te empeñas en pedirles peras a los olmos. ¿Me permites, madre, que les pase la motosierra para ver de lo que son capaces?

—Tú verás, hijo mío. Yo creo que es una pérdida de tiempo. Pero si te hace tanta ilusión. El campo también es tuyo. Haz lo que quieras.

—OK.

Sí, señor. Aquellos almendros estaban tristes. Mis padres los habían descuidado. Por eso recogían tan pocos frutos.

Años atrás daban las almendras más dulces, y sus flores nos alegraban cada primavera. Tan hermosos eran que todos dimos por descontado que siempre serían así.

El error fue pensar que lo único que teníamos que hacer era poner el cazo y recoger la cosecha cada año. Por un tiempo realmente fue así. Luego se fueron empobreciendo —digamos que se sintieron solos y un poco abandonados— y en lo que nos pareció un instante, los árboles se habían convertido en unos mamarrachos.

Los árboles hablan...

Habían llegado a un punto tal, que por no dar, casi ni daban sombra. A nadie parecía importarle demasiado lo que aquellos almendros habían sido, y aún menos lo que podían ser.

Su futuro peligraba y yo sentía que me hablaban. Así que decidí escucharlos. Les oí decir que merecían una vida mejor en honor a sus gloriosos servicios pasados.

Una mañana de sábado desayuné y después del café me decidí a podarlos. Tomé la motosierra y me puse manos a la obra. Los contemplé e hice lo que me pidieron. Los dejé desnudos, en su pura esencia —sin artificio alguno, sólo con sus mejores ramas, raíces y su tronco. Me sentí satisfecho y un poco de su tristeza se transfirió a mí. A cambio yo les di un poco de mi esperanza y mi fe en ellos.

Pronto me sacudí la pena. Me acordé de que algún día darían las mejores almendras, en la mayor cantidad, las más duces y serían los más bonitos y luminosos del vecindario. Además, en las entrañas, aquellos árboles lo tenían muy claro: con sus valiosas raíces el reto de crecer y dar buen fruto estaba más que asegurado.

Pasaron los días y meses. Todos nos olvidamos de ellos. Pero volvió la primavera y de las raíces, el sol, el agua y los nutrientes resurgieron los dos hermanos con sendos brotes. ¡Qué alegría sentimos todos! ¡Qué bonitos!

A la sombra de la cochera y junto al seto, los almendros continuaron por sus brotes verdes creciendo.

Yo los veía con orgullo. Esos árboles tenían sus propias razones y su corazón también era sabio. De un tronco de palo, cada uno de ellos empezaba a hacer su maravilloso árbol.

Ignoraban a los que decían "imposible"… ¡y lo consiguieron!

No lo tenían nada fácil. A pesar de la sombra, la escasez de nutrientes, el terreno arcilloso y pétreo y la abundancia de abrojos los dos lo consiguieron. Ambos iban prosperando, como los niños van creciendo.

Quiso la mala suerte —o el descuido— que el muchacho que mi madre contrató esa temporada para desbrozar el terreno, en un giro golpeara y desgarrase de uno de los almendros su precioso y único vástago.

— ¡Qué lástima! —dijeron todos.

—Era el brote más grande —comenté yo.

¡Y qué envidia silenciosa debió sentir con el paso de los días el desgraciado árbol al ver al otro creciendo y creciendo!

Jamás viste un crecimiento tan desigualado…

Al principio casi ni se notó. Pero conforme la primavera avanzaba, más evidente quedaba cuál de los árboles era el almendro mejor parado. El árbol herido se había quedado muy rezagado. Parecía como muerto. Totalmente estancado, como si para él ni la primavera hubiera llegado. Para principios de verano las diferencias eran odiosas. Uno era precioso, grande, asombroso; el otro parecía una estaca abandonada esperando la quema.

Pero lo importante de aquel árbol era que estaba muy bien arraigado en la tierra, no carecía de raíces auténticas y fuertes y la savia de la vida le quemaba por dentro.

No era la primera vez que el almendro había sufrido la inconsciencia de un ser humano. Ya cuando era chico a mi padre se le cayó ese mismo almendro de las manos.

¿Alguna vez has perdido la confianza?…

¡Lo que son los árboles!… Por mucho que otros crean que su tiempo ha pasado, o que nadie recuerde las almendras que regalaron y que todos les digan que son unos desgraciados... ellos tienen sus propios misterios para rebrotar cuando nadie lo espera.

El verano pasó. El almendro sano perdió sus hojas para el otoño. Pasó la navidad, comimos dulces y brindamos por el año nuevo. La vida siempre sigue. No hay quien la pare.

Los ignorantes se empeñaban en que para febrero había que arrancar y quemar el viejo almendro.

—Por encima de mi cadáver —les dije—. A ese almendro todavía le quedan muchos almendrucos, y algún día los veremos.

Y contra todo pronóstico un asombroso brote de esperanza renació de mi buen almendro a la primavera siguiente.

A todos les dije: poned cuidado y no destrocéis estos brotes tan buenos. Que lo que al principio parece poco, en un año es un árbol nuevo.

Todos lo celebramos. Nos enseñó mucho aquel almendro.

Nunca volverás a creer que es mejor el cerezo…

Ahora está precioso. Sus ramas son las más frondosas, su verdor un monumento. De las flores ni te cuento… que los japoneses fardan de cerezos y yo presumo de almendros.

Amigo mío, solo quería compartir contigo el sorprendente crecimiento del árbol herido, que muy pronto dará las mejores almendras.

Todos podemos hacer el truco del almendruco cuando confiamos en nosotros mismos y nos rendimos a la vida que tenemos dentro.

Suscríbete a Fluenting y comparte con tus amigos este pequeña historia de lo que aprendí de mis preciosos árboles.

El anterior blog post Aquí tienes el truco del almendruco fue inicialmente publicado en: FLUENTING

miércoles, 27 de marzo de 2019

¿Por qué sigues haciendo lo que no quieres?

Por cortesía de: Diego Dalvera

Hombre desmotivado y desbordado¿Amargado porque no avanzas? Te preocupas y te agobias, sí; pero... ¿te ocupas de hacer las cosas de otra forma o sigues empeñado en lo mismo de siempre?

¿Reflexionar es para ti perder el tiempo? Actuar impulsivamente te acaba desquiciando. No creas que para conseguir lo que quieres tienes que estar siempre atareado o hacerlo todo deprisa y corriendo.

Hacer más no es siempre la mejor solución. Cuando estás estresado, añadir tareas o fijarte nuevas metas es echar más leña al fuego. Así te quemarás antes.

Parte del problema está en confundir las prioridades.  Lo principal es que sepas qué es lo realmente importante para ti. Lo que los demás esperan de ti o lo que necesitas para lograr tus objetivos es secundario.

Es fundamental ganar claridad antes de actuar.

¿Tiene sentido para ti lo que haces?

Saber que lo que estás haciendo contribuye a una causa en la que crees y que tiene un impacto positivo en tu vida es el secreto de la felicidad.

Por desgracia, vivir cada día en estado de crisis es lo común. Perdemos calidad de vida cuando estamos en crisis constante. Según Stephen R. Covey esto sucede cuando la mayoría de actividades son urgentes e importantes al mismo tiempo.

Apagar fuegos o hacer las cosas solo cuando son urgentes, te costará caro. Incluso si así consiguieras tus metas, sentirías un vacío al no encontrar mucho sentido en lo que haces.

No confundas lo urgente con lo importante. Para hacer una vida más plena procura que la mayoría de tus actividades sean importantes, pero no urgentes. No dejes que la situación se ponga fea para hacer algo al respecto.

¿Te gusta realmente lo que haces?

Tu satisfacción personal no solo depende de tener metas, sino de tener las metas correctas. Ignorar esto es tirar piedras contra tu propio tejado.

Sé más auténtico. Busca una mayor autonomía. Necesitas sentir que eres bueno en lo que haces, que te gusta y que es importante. Además, es perfectamente compatible con ganar tanto o más que ahora.

Si te conformas con un trabajo que no te ennoblece ni te llena de alegría, estarás renunciando a descubrir las cosas que te gustan y que tienen sentido para ti.

El palo y la zanahoria no bastan para movilizar tus mejores energías y potenciales. Busca dentro de ti hasta encontrar qué disfrutas. Hay formas de hacer lo que te gusta y, al mismo tiempo, pagar tus facturas o aumentar tus ingresos. ¡Encuéntralas! Así es como tendrás una vida más plena.

Quien mucho abarca...

Vivimos en un mundo de gente ocupada. El esfuerzo se confunde con la productividad. Desde pequeños, nuestros padres, profesores y figuras de autoridad nos han enseñado que estar ocupados es 'bueno'.

El esfuerzo inteligente es imprescindible para una vida maravillosa. Los incentivos y las recompensas de otros tienen su gracia. Pero nada de esto debería alejarte de lo realmente importante: sentirte satisfecho por ser quién eres y contribuir al mundo haciendo lo que realmente amas.

Lo comprendo. Yo también estoy muy liado. Tengo mucho que hacer. Hay muchas personas que me importan. Sin embargo, lo que hago tiene un propósito claro que va más allá de ganar dinero o quedar bien con la gente.

También soy yo quien decide a qué dedico mi tiempo, qué actividades son realmente importantes para mí y para mis objetivos, cómo haré mi trabajo, con quién y cuándo.

Tal vez tú sientas que no puedes hacer las cosas a tu manera. Puede que lo veas así, pero no es cierto.

Para salir del pozo, deja de cavar.

¿Quieres cambiar, pero sigues igual que de costumbre? Cualquier comportamiento se refuerza cuando te da de comer o te proporciona un aplauso de tarde en tarde.

Además, como nos enseñan los psicólogos, si lo que haces a veces te funciona y otras no, la situación es aún peor: lo repetirás compulsivamente, lo aprenderás a toda velocidad, incluso si es destructivo.

estres-hombre-enganchado

¿Estás enganchado a tus problemas?

Las emociones pueden ser adictivas. Al repetir un estado de ansiedad, con el tiempo lo harás parte de tu identidad. Por raro que parezca, amargarte la vida puede ser parte de tu estrategia para sentirte seguro —así no tendrás que cambiar nada— pero es muy destructivo.

Vivir agobiado no es lo ideal. Es cierto que te permite echar balones fuera y responsabilizar a otros cuando no tienes claro qué podrías hacer. Cuando te agobias descargas tus preocupaciones sobre los demás. En un entorno tóxico la vida se vuelve difícil.

Uno se siente importante cuando hay muchas cosas que dependen de él. Tú ya eres importante. No cargues tu propia cruz más de lo necesario.

No permitas que las circunstancias tomen el control de tu vida, o las situaciones agobiantes se repetirán constantemente. El mundo está cargado de ansiedad. Tal vez la hayas sentido desde muy niño. Quizá sin querer estés repitiendo la misma historia con tus propios hijos. ¿No crees que es hora de cambiar las cosas?

Cuando vives amargado es muy fácil amargar a los demás.

¡Puedes cambiar de rumbo!…

Para sentirte más a gusto empieza a ganar claridad. Responde a tus retos. Lo que logres a base de palos y zanahorias no te hará feliz.

Busca unos motivos más auténticos y profundos. El dinero está genial — ¡bendito sea!—, pero persigue un propósito que vaya más allá. Defiende una causa en la que creas y que te llene. Dale sentido a tu vida. Dedica tiempo a las actividades que disfrutas. Busca un trabajo que puedas hacer con alegría, que no aborrezcas cada día o hagas sólo por dinero.

¿Solo aspiras a pagar las facturas o llevar tu BMW? No me extraña que te sientas agobiado y te amargues. Tú puedes hacer algo mejor. Empieza a respetar la totalidad de lo que eres. Escucha con qué resuenas. Descubre qué es lo importante para ti y qué te gustaría hacer realmente.

Cuanto antes encuentres tu propia motivación —aquella que te permite gozar de lo que haces y de la razón por la que lo haces— mejor para ti y para todos.

El futuro pertenece a los que disfrutan con pasión de lo que hacen. A largo plazo, ese deseo profundo de dirigir nuestras vidas siempre gana cuando lo escuchas y respondes al reto. Expande y aumenta tus destrezas para vivir mejor tu vida y llenarla de sentido. Así serás más feliz.

¡Recupera el control de tu vida!...

Tener tus propias reglas es un paso en la dirección correcta.

¿Cómo podrías hacer tu trabajo más a tu manera? Identifica en qué momento del día te apetece más hacer una tarea dada. Hazla cuando más te apetece y comprobarás que además eres más productivo.

Enumera tus obligaciones actuales y renuncia a las que no te llenan y no necesitas. Cuanta más autonomía tengas, más motivado estarás y mejor será tu estado de ánimo.

Conozco a varias personas que no quieren dejar de estar amargadas porque tienen miedo de defraudar a los demás y no poder estar a la altura de sus retos. Mi libro titulado "Llegar a Todo — Cómo Fluir en Todas las Áreas de la Vida" te ayudará a superar estos temores y a encontrar un plan de acción personalizado para avanzar hacia una vida más plena y crecer en todas las áreas importantes para ti.

¿Por qué sigues haciendo lo que no quieres? fue originalmente publicado en: Fluenting

¿Por qué sigues haciendo lo que no quieres?

Por cortesía de: Diego Dalvera

Hombre desmotivado y desbordado¿Amargado porque no avanzas? Te preocupas y te agobias, sí; pero... ¿te ocupas de hacer las cosas de otra forma o sigues empeñado en lo mismo de siempre?

¿Reflexionar es para ti perder el tiempo? Actuar impulsivamente te acaba desquiciando. No creas que para conseguir lo que quieres tienes que estar siempre atareado o hacerlo todo deprisa y corriendo.

Hacer más no es siempre la mejor solución. Cuando estás estresado, añadir tareas o fijarte nuevas metas es echar más leña al fuego. Así te quemarás antes.

Parte del problema está en confundir las prioridades.  Lo principal es que sepas qué es lo realmente importante para ti. Lo que los demás esperan de ti o lo que necesitas para lograr tus objetivos es secundario.

Es fundamental ganar claridad antes de actuar.

¿Tiene sentido para ti lo que haces?

Saber que lo que estás haciendo contribuye a una causa en la que crees y que tiene un impacto positivo en tu vida es el secreto de la felicidad.

Por desgracia, vivir cada día en estado de crisis es lo común. Perdemos calidad de vida cuando estamos en crisis constante. Según Stephen R. Covey esto sucede cuando la mayoría de actividades son urgentes e importantes al mismo tiempo.

Apagar fuegos o hacer las cosas solo cuando son urgentes, te costará caro. Incluso si así consiguieras tus metas, sentirías un vacío al no encontrar mucho sentido en lo que haces.

No confundas lo urgente con lo importante. Para hacer una vida más plena procura que la mayoría de tus actividades sean importantes, pero no urgentes. No dejes que la situación se ponga fea para hacer algo al respecto.

¿Te gusta realmente lo que haces?

Tu satisfacción personal no solo depende de tener metas, sino de tener las metas correctas. Ignorar esto es tirar piedras contra tu propio tejado.

Sé más auténtico. Busca una mayor autonomía. Necesitas sentir que eres bueno en lo que haces, que te gusta y que es importante. Además, es perfectamente compatible con ganar tanto o más que ahora.

Si te conformas con un trabajo que no te ennoblece ni te llena de alegría, estarás renunciando a descubrir las cosas que te gustan y que tienen sentido para ti.

El palo y la zanahoria no bastan para movilizar tus mejores energías y potenciales. Busca dentro de ti hasta encontrar qué disfrutas. Hay formas de hacer lo que te gusta y, al mismo tiempo, pagar tus facturas o aumentar tus ingresos. ¡Encuéntralas! Así es como tendrás una vida más plena.

Quien mucho abarca...

Vivimos en un mundo de gente ocupada. El esfuerzo se confunde con la productividad. Desde pequeños, nuestros padres, profesores y figuras de autoridad nos han enseñado que estar ocupados es 'bueno'.

El esfuerzo inteligente es imprescindible para una vida maravillosa. Los incentivos y las recompensas de otros tienen su gracia. Pero nada de esto debería alejarte de lo realmente importante: sentirte satisfecho por ser quién eres y contribuir al mundo haciendo lo que realmente amas.

Lo comprendo. Yo también estoy muy liado. Tengo mucho que hacer. Hay muchas personas que me importan. Sin embargo, lo que hago tiene un propósito claro que va más allá de ganar dinero o quedar bien con la gente.

También soy yo quien decide a qué dedico mi tiempo, qué actividades son realmente importantes para mí y para mis objetivos, cómo haré mi trabajo, con quién y cuándo.

Tal vez tú sientas que no puedes hacer las cosas a tu manera. Puede que lo veas así, pero no es cierto.

Para salir del pozo, deja de cavar.

¿Quieres cambiar, pero sigues igual que de costumbre? Cualquier comportamiento se refuerza cuando te da de comer o te proporciona un aplauso de tarde en tarde.

Además, como nos enseñan los psicólogos, si lo que haces a veces te funciona y otras no, la situación es aún peor: lo repetirás compulsivamente, lo aprenderás a toda velocidad, incluso si es destructivo.

estres-hombre-enganchado

¿Estás enganchado a tus problemas?

Las emociones pueden ser adictivas. Al repetir un estado de ansiedad, con el tiempo lo harás parte de tu identidad. Por raro que parezca, amargarte la vida puede ser parte de tu estrategia para sentirte seguro —así no tendrás que cambiar nada— pero es muy destructivo.

Vivir agobiado no es lo ideal. Es cierto que te permite echar balones fuera y responsabilizar a otros cuando no tienes claro qué podrías hacer. Cuando te agobias descargas tus preocupaciones sobre los demás. En un entorno tóxico la vida se vuelve difícil.

Uno se siente importante cuando hay muchas cosas que dependen de él. Tú ya eres importante. No cargues tu propia cruz más de lo necesario.

No permitas que las circunstancias tomen el control de tu vida, o las situaciones agobiantes se repetirán constantemente. El mundo está cargado de ansiedad. Tal vez la hayas sentido desde muy niño. Quizá sin querer estés repitiendo la misma historia con tus propios hijos. ¿No crees que es hora de cambiar las cosas?

Cuando vives amargado es muy fácil amargar a los demás.

¡Puedes cambiar de rumbo!…

Para sentirte más a gusto empieza a ganar claridad. Responde a tus retos. Lo que logres a base de palos y zanahorias no te hará feliz.

Busca unos motivos más auténticos y profundos. El dinero está genial — ¡bendito sea!—, pero persigue un propósito que vaya más allá. Defiende una causa en la que creas y que te llene. Dale sentido a tu vida. Dedica tiempo a las actividades que disfrutas. Busca un trabajo que puedas hacer con alegría, que no aborrezcas cada día o hagas sólo por dinero.

¿Solo aspiras a pagar las facturas o llevar tu BMW? No me extraña que te sientas agobiado y te amargues. Tú puedes hacer algo mejor. Empieza a respetar la totalidad de lo que eres. Escucha con qué resuenas. Descubre qué es lo importante para ti y qué te gustaría hacer realmente.

Cuanto antes encuentres tu propia motivación —aquella que te permite gozar de lo que haces y de la razón por la que lo haces— mejor para ti y para todos.

El futuro pertenece a los que disfrutan con pasión de lo que hacen. A largo plazo, ese deseo profundo de dirigir nuestras vidas siempre gana cuando lo escuchas y respondes al reto. Expande y aumenta tus destrezas para vivir mejor tu vida y llenarla de sentido. Así serás más feliz.

¡Recupera el control de tu vida!...

Tener tus propias reglas es un paso en la dirección correcta.

¿Cómo podrías hacer tu trabajo más a tu manera? Identifica en qué momento del día te apetece más hacer una tarea dada. Hazla cuando más te apetece y comprobarás que además eres más productivo.

Enumera tus obligaciones actuales y renuncia a las que no te llenan y no necesitas. Cuanta más autonomía tengas, más motivado estarás y mejor será tu estado de ánimo.

Conozco a varias personas que no quieren dejar de estar amargadas porque tienen miedo de defraudar a los demás y no poder estar a la altura de sus retos. Mi libro titulado "Llegar a Todo — Cómo Fluir en Todas las Áreas de la Vida" te ayudará a superar estos temores y a encontrar un plan de acción personalizado para avanzar hacia una vida más plena y crecer en todas las áreas importantes para ti.

¿Por qué sigues haciendo lo que no quieres? fue originalmente publicado en: Fluenting



source https://www.fluenting.com/no-te-amargues-encuentra-tus-motivos

martes, 26 de marzo de 2019

Viaja a estos 3 puntos de tu pasado para alcanzar tu futuro ideal

Se ha publicado de: Blog de Fluenting

¿Tienes un sueño que llevas años persiguiendo y el camino se te está haciendo demasiado largo?

Intentas mejorar tu nivel de vida y te sientes estancado y perdido. Te gustaría llegar a casa con mejor humor, atender a tus hijos con más paciencia y charlar largo y tendido con tu mujer. Sin embargo, estás agotado y tienes tantas responsabilidades encima que no te quedan energías al final del día para trabajar por tus otras pasiones.

Probablemente, lo que más te angustia es que cada vez tienes menos energía y no tienes claro qué hacer para ir en línea recta hacia tus metas. Además, a veces te sientes solo porque te falta el apoyo incondicional de las personas a las que más quieres.

Puede que tengas claro cómo es tu futuro ideal, cómo quieres que sea tu familia, cuánto dinero tendrás o cómo será el negocio de tus sueños. Sin embargo, algo te frena constantemente.

Voy a contarte un secreto:

Si llevas años intentando disfrutar de tu vida ideal, probablemente no estás buscando bien…

¿Por qué eres tu peor enemigo?

Te contaré una breve historia que te sonará. Conozco a un hombre que cuando tenía 43 años tuvo que cerrar su negocio porque entró en bancarrota. Debía miles de euros y no tenía otros planes de futuro. Dos paquetes de tabaco al día eran testigos de su ansiedad. Al final el cuerpo le pasó factura y le dio un infarto.

Le pregunté qué mejoraría en su negocio si pudiese volver atrás. ¿Sabes qué contestó? Me explicó que no cambiaría nada porque la culpa la habían tenido el gobierno, la crisis y los bancos. Decía —“Está muy mal la cosa, ya sabes… y están cerrando muchos negocios”

Este hombre estaba buscando el camino a su futuro ideal mientras su negocio funcionaba, pero no buscó donde debía. No se puede decir que no emprendiera proyectos activamente.

Sin embargo, estaba más centrado en buscar culpables. ¿No crees que su vida podría haber sido más feliz si su actitud hubiese sido diferente?

Te cuento esta historia porque a veces nosotros mismos somos la causa de nuestro mal. Hay varias razones por las que puedes llegar a sabotear tus propios sueños, pero aquí están las más comunes:

  • No tener claro quién eres o qué quieres
  • Esperar que algo de fuera se solucione (ejemplos: una crisis, la actitud del gobierno, etc.)
  • Echar la culpa a alguien de tus problemas para no asumir tu responsabilidad
  • Sacrificar tus necesidades para satisfacer las de los tuyos.

Si estás en alguno de estos casos, no te culpo. Lo normal que hasta ahora no hayas dado con la tecla.

Si tienes la sensación de que tu vida podría ser mucho más fácil y plena de lo que es, pero no sabes cómo conseguirlo, aquí te explico cómo llegar a todo y empezar a fluir en todas las áreas de tu vida.

La clave no está solo en tu futuro, sino en tu pasado

Para saber qué futuro quieres para ti y los tuyos hace falta imaginación y pasión. Para saber construir un puente que te lleve hasta allí hace falta un viaje al pasado.

Vamos a hacer una breve excursión a estos 3 puntos de tu pasado. Estos 3 puntos serán claves para comprender qué te frena para conseguir tus sueños.

Parada nº1: Tu infancia

En nuestra infancia, debido a nuestra inmadurez, forjamos muchas de nuestras creencias más destructivas. Son los pilares de las decisiones que tomas ahora. Por eso es tan importante que cuestiones las creencias dañinas más comunes que se crean en esta etapa.

Por ejemplo, alguna vez has pensado… ¡Cómo puede ser que consiga estos resultados tan malos! ¡Si me he esforzado muchísimo!

Lo que importa no es el esfuerzo, sino los resultados. Sin embargo, cuando tenías que estudiar, tus padres no te premiaban por saberte la lección en 30 minutos, sino por estar estudiando durante toooda la tarde.

Seguro que te suena eso de: “¿ya te lo sabes?… Muy pronto sales tú de la habitación… ¡Estudia más… hasta la hora de cenar!” —Estas frases servían para reforzar que lo importante era el esfuerzo y no el resultado.

Durante toda nuestra vida nos han dicho que la clave es esforzarnos al máximo. Pero tú sabes tan bien como yo que en la vida real esto no es cierto. Lo que cuenta es lo que produces, no lo que te esfuerzas. No vale con decirle a tus clientes o a tu jefe: “¡pero si me he esforzado mucho!”

Tampoco se trata de cargarse de responsabilidades pensando en el futuro de la familia, hacer enormes sacrificios por el bien de los nuestros y acabar llevando una vida de esclavo. ¿Acaso no has conocido a gente que consigue lo que quiere y se esfuerza bastante menos que tú?

Otra creencia común que se forja en la infancia es esta:

Tengo que satisfacer siempre las necesidades de los demás antes que las mías. No estaría bien ponerme por delante

Tal vez te sientas obligado a poner las necesidades de los demás por encima de las tuyas. Tú eres el último y todos los demás están por delante de ti, ¿verdad? Pues este es otro de los grandes frenos que te impiden avanzar. Esta creencia provoca una autoestima baja. Probablemente atraerás a gente que continuamente te exigirá más… y se aprovechará de ti porque tú “eres súper bueno.”

Hay muchas otras creencias dañinas que se forman en la infancia. La mayoría de ellas las encontrarás haciéndote la siguiente pregunta: ¿cómo eran mis padres?

Por ejemplo, si tu madre solía sacrificarse “por el bien de todos” y luego se quejaba porque no le agradecíais lo suficiente, tú habrás aprendido a darle toda tu atención a tu mujer, tus hijos, tu jefe, tus clientes, etc… y luego te sentirás frustrado por lo mucho que te esfuerzas y lo poco que consigues…

Parada nº2: Tu adolescencia

Fue en la adolescencia, probablemente, cuando empezaste a tomar más decisiones sin contar con tus padres. Como es lógico, la influencia de tus padres seguía siendo enorme, pero empezaste a identificarte con etiquetas. Por ejemplo: “soy tonto”, “soy el más listo”, “no puedo, no soy capaz”, “puedo hacer lo que me proponga”, “tengo que complacer a mis padres”, etc.

Tu personalidad tiene esa influencia de tu infancia. No es la realidad, es sólo una interpretación que tú hiciste en ese momento y que puedes cambiar cuando te lo propongas.

Parada nº3: Hace 10 minutos

Puede que hasta hace 10 minutos siguieras pensando que la vida es dura y que tienes obligaciones tremendas con tu familia, tu trabajo y el resto de la sociedad. Sin embargo, te recomiendo que veas tu vida por un momento como una película que solo en parte está terminada. Queda mucho que grabar y tú eres el director que debe montarla.

No tienes que filmar la película de siempre. No tienes que demostrar nada. Tú eres valioso. Puedes conseguir lo que te propongas. Y sobre todo: tú eres el creador de la película y puedes contar lo que tú decidas. Puede ser la historia de un hombre poderoso, libre, responsable e inteligente.

Siguiente parada: tu futuro ideal

Todas las decisiones que has tomado hasta ahora te han traído al momento presente. Por eso ahora te sientes desbordado y confuso. Estos 3 puntos del pasado te ayudarán a reflexionar sobre quién eres y qué te impide llevar una vida más plena.

(NOTA: ¿Quieres avanzar de una vez por todas en las cosas que de verdad te importan? Descubre aquí las claves para fluir en todas las áreas de tu vida)

Viaja a estos 3 puntos de tu pasado para alcanzar tu futuro ideal es cortesía de: FLUENTING



source https://www.fluenting.com/viaja-estos-3-puntos-pasado-alcanzar-futuro-ideal

Viaja a estos 3 puntos de tu pasado para alcanzar tu futuro ideal

Se ha publicado de: Blog de Fluenting

¿Tienes un sueño que llevas años persiguiendo y el camino se te está haciendo demasiado largo?

Intentas mejorar tu nivel de vida y te sientes estancado y perdido. Te gustaría llegar a casa con mejor humor, atender a tus hijos con más paciencia y charlar largo y tendido con tu mujer. Sin embargo, estás agotado y tienes tantas responsabilidades encima que no te quedan energías al final del día para trabajar por tus otras pasiones.

Probablemente, lo que más te angustia es que cada vez tienes menos energía y no tienes claro qué hacer para ir en línea recta hacia tus metas. Además, a veces te sientes solo porque te falta el apoyo incondicional de las personas a las que más quieres.

Puede que tengas claro cómo es tu futuro ideal, cómo quieres que sea tu familia, cuánto dinero tendrás o cómo será el negocio de tus sueños. Sin embargo, algo te frena constantemente.

Voy a contarte un secreto:

Si llevas años intentando disfrutar de tu vida ideal, probablemente no estás buscando bien…

¿Por qué eres tu peor enemigo?

Te contaré una breve historia que te sonará. Conozco a un hombre que cuando tenía 43 años tuvo que cerrar su negocio porque entró en bancarrota. Debía miles de euros y no tenía otros planes de futuro. Dos paquetes de tabaco al día eran testigos de su ansiedad. Al final el cuerpo le pasó factura y le dio un infarto.

Le pregunté qué mejoraría en su negocio si pudiese volver atrás. ¿Sabes qué contestó? Me explicó que no cambiaría nada porque la culpa la habían tenido el gobierno, la crisis y los bancos. Decía —“Está muy mal la cosa, ya sabes… y están cerrando muchos negocios”

Este hombre estaba buscando el camino a su futuro ideal mientras su negocio funcionaba, pero no buscó donde debía. No se puede decir que no emprendiera proyectos activamente.

Sin embargo, estaba más centrado en buscar culpables. ¿No crees que su vida podría haber sido más feliz si su actitud hubiese sido diferente?

Te cuento esta historia porque a veces nosotros mismos somos la causa de nuestro mal. Hay varias razones por las que puedes llegar a sabotear tus propios sueños, pero aquí están las más comunes:

  • No tener claro quién eres o qué quieres
  • Esperar que algo de fuera se solucione (ejemplos: una crisis, la actitud del gobierno, etc.)
  • Echar la culpa a alguien de tus problemas para no asumir tu responsabilidad
  • Sacrificar tus necesidades para satisfacer las de los tuyos.

Si estás en alguno de estos casos, no te culpo. Lo normal que hasta ahora no hayas dado con la tecla.

Si tienes la sensación de que tu vida podría ser mucho más fácil y plena de lo que es, pero no sabes cómo conseguirlo, aquí te explico cómo llegar a todo y empezar a fluir en todas las áreas de tu vida.

La clave no está solo en tu futuro, sino en tu pasado

Para saber qué futuro quieres para ti y los tuyos hace falta imaginación y pasión. Para saber construir un puente que te lleve hasta allí hace falta un viaje al pasado.

Vamos a hacer una breve excursión a estos 3 puntos de tu pasado. Estos 3 puntos serán claves para comprender qué te frena para conseguir tus sueños.

Parada nº1: Tu infancia

En nuestra infancia, debido a nuestra inmadurez, forjamos muchas de nuestras creencias más destructivas. Son los pilares de las decisiones que tomas ahora. Por eso es tan importante que cuestiones las creencias dañinas más comunes que se crean en esta etapa.

Por ejemplo, alguna vez has pensado… ¡Cómo puede ser que consiga estos resultados tan malos! ¡Si me he esforzado muchísimo!

Lo que importa no es el esfuerzo, sino los resultados. Sin embargo, cuando tenías que estudiar, tus padres no te premiaban por saberte la lección en 30 minutos, sino por estar estudiando durante toooda la tarde.

Seguro que te suena eso de: “¿ya te lo sabes?… Muy pronto sales tú de la habitación… ¡Estudia más… hasta la hora de cenar!” —Estas frases servían para reforzar que lo importante era el esfuerzo y no el resultado.

Durante toda nuestra vida nos han dicho que la clave es esforzarnos al máximo. Pero tú sabes tan bien como yo que en la vida real esto no es cierto. Lo que cuenta es lo que produces, no lo que te esfuerzas. No vale con decirle a tus clientes o a tu jefe: “¡pero si me he esforzado mucho!”

Tampoco se trata de cargarse de responsabilidades pensando en el futuro de la familia, hacer enormes sacrificios por el bien de los nuestros y acabar llevando una vida de esclavo. ¿Acaso no has conocido a gente que consigue lo que quiere y se esfuerza bastante menos que tú?

Otra creencia común que se forja en la infancia es esta:

Tengo que satisfacer siempre las necesidades de los demás antes que las mías. No estaría bien ponerme por delante

Tal vez te sientas obligado a poner las necesidades de los demás por encima de las tuyas. Tú eres el último y todos los demás están por delante de ti, ¿verdad? Pues este es otro de los grandes frenos que te impiden avanzar. Esta creencia provoca una autoestima baja. Probablemente atraerás a gente que continuamente te exigirá más… y se aprovechará de ti porque tú “eres súper bueno.”

Hay muchas otras creencias dañinas que se forman en la infancia. La mayoría de ellas las encontrarás haciéndote la siguiente pregunta: ¿cómo eran mis padres?

Por ejemplo, si tu madre solía sacrificarse “por el bien de todos” y luego se quejaba porque no le agradecíais lo suficiente, tú habrás aprendido a darle toda tu atención a tu mujer, tus hijos, tu jefe, tus clientes, etc… y luego te sentirás frustrado por lo mucho que te esfuerzas y lo poco que consigues…

Parada nº2: Tu adolescencia

Fue en la adolescencia, probablemente, cuando empezaste a tomar más decisiones sin contar con tus padres. Como es lógico, la influencia de tus padres seguía siendo enorme, pero empezaste a identificarte con etiquetas. Por ejemplo: “soy tonto”, “soy el más listo”, “no puedo, no soy capaz”, “puedo hacer lo que me proponga”, “tengo que complacer a mis padres”, etc.

Tu personalidad tiene esa influencia de tu infancia. No es la realidad, es sólo una interpretación que tú hiciste en ese momento y que puedes cambiar cuando te lo propongas.

Parada nº3: Hace 10 minutos

Puede que hasta hace 10 minutos siguieras pensando que la vida es dura y que tienes obligaciones tremendas con tu familia, tu trabajo y el resto de la sociedad. Sin embargo, te recomiendo que veas tu vida por un momento como una película que solo en parte está terminada. Queda mucho que grabar y tú eres el director que debe montarla.

No tienes que filmar la película de siempre. No tienes que demostrar nada. Tú eres valioso. Puedes conseguir lo que te propongas. Y sobre todo: tú eres el creador de la película y puedes contar lo que tú decidas. Puede ser la historia de un hombre poderoso, libre, responsable e inteligente.

Siguiente parada: tu futuro ideal

Todas las decisiones que has tomado hasta ahora te han traído al momento presente. Por eso ahora te sientes desbordado y confuso. Estos 3 puntos del pasado te ayudarán a reflexionar sobre quién eres y qué te impide llevar una vida más plena.

(NOTA: ¿Quieres avanzar de una vez por todas en las cosas que de verdad te importan? Descubre aquí las claves para fluir en todas las áreas de tu vida)

Viaja a estos 3 puntos de tu pasado para alcanzar tu futuro ideal es cortesía de: FLUENTING

lunes, 25 de marzo de 2019

¿Harto de tirar del carro?… ¡Empieza a vivir ya!

Inicialmente publicado en: Diego Dalvera

Cuando los días se hacen cada vez más cuesta arriba, ¿qué camino conviene seguir? ¿Poner otra sonrisa forzada por la mañana? ¿Soñar a diario con un cambio de vida? Tirar del carro es duro y no quieres pagarlo con los demás.

¿Y luego qué?... a contentarte con reforzar esa identidad de buen jefe, de gran compañero de trabajo, de padre fenomenal, marido excelente y hombre maravilloso...

¡Genial!, así podrás conciliar el sueño para volver a levantarte a las 6:00 a.m. al día siguiente.

Pero, ¿durante cuánto tiempo?...

Un día pase, pero fingir así un día tras otro amargaría a cualquiera.

Yo quiero ser todo un hombre. Tú quieres ser un gran hombre —y, por supuesto, quieres dejar en el mundo tu huella. Una que al menos tus hijos puedan seguir para que no se pudran en el estercolero.

¡Todo esto está muy bien! Pero para dejar huellas profundas, ¿tú crees que habrá que surcar los caminos?

—Sí, claro; ¿cómo no?

—¡Estupendo! Y, ¿para andar hay que comer?

— ¡Ah sí… comer! Comer está genial. Pero no solo de pan vive el hombre.

Claro hombre, llevas más razón que un santo, pero ¿quién puede vivir sin ganarse el pan?

— ¡Ojalá pudiera trabajar en algo que de verdad me gustase! Ya sabes… no solo por pagar las facturas y huir del miedo. Pero duele renunciar a lo de siempre.

—Oye, cuando no te paras a sentir a qué vas renunciando por el camino, ¿es mejor seguir así; no escucharse, huir hacia adelante y esperar a que algo se rompa?...

Gastamos una fortuna en curar, pero ¡qué poco gastamos en prevenir! (Es normal, somos humanos)

¿Es la tuya una vida sacrificada?

Muchos llevan una vida sufrida. Pero no la cambiarían por todo el oro del mundo. Palos a gusto no hacen daño.

Y a ti, ¿te duelen los palos? ¿Te preguntas alguna vez a qué tanto sufrimiento y sacrificio? ¿A qué causa? ¿Y en beneficio de quién?... No sé tú, pero yo sí.

¿A quién sirve, en última instancia, derramar tanta vida por el camino? ¿Quién bebe y a quién alimenta el cáliz hirviente de tu sangre?

— Por la familia. ¡Mi chico es un chaval fenomenal! Lo hago por mis niños… Para darles lo que necesitan y no verter mi mala leche sobre los demás, en especial mis hijos…

No culpemos a los inocentes de nuestros propios pecados. ¿De quién es la sonrisa fingida? ¿De su padre auténtico o del que has inventado? ¿Es por su bien, o por el tuyo?

¿Acaso eres tú mismo cuando callas tus más auténticas verdades?

Tú también tuviste sueños de niño. Quizá un día los sacrificaste por honrar la máscara que vestían tus padres. Para aliviar sus tristezas y sus inseguridades. Y la vida sigue. El círculo se repite.

Dicen que el mundo está loco, pero no es así. Somos nosotros los que perdemos el rumbo a nuestro poder interior.

Un coche sin sus ruedas permanecerá firme, ¿pero de qué sirve?

¿Para qué están hechos los seres humanos?

—Para lo que haga falta.

No, no es así. Estamos hechos de actos. Tenemos un corazón para dar sangre y vida a nuestras esperanzas, una voluntad para tener fe en nosotros mismos y una cabeza para llegar enteros al destino.

Infancias perdidas que perpetúan nuestra pobreza

Desde pequeños la misma cantinela: haz esto o lo otro por tu bien. Desde niños absorbemos de nuestro entorno su toxicidad o su luz benefactora. No vivimos aislados, pero -como dijo el poeta- sí que vivimos a golpes que apenas nos dejan ser quienes somos. ¿Será por eso que estamos tocando fondo?

Cuando la mentira es el pan nuestro de cada día, cuando han despedido a otro de nuestros amigos y cuando todo parece que está mal, ya solo nos queda ascender.

¿O tal vez no? No hay situación tan mala que no se pueda empeorar un poco. Tenemos poder para destruir y para construir.

¿Qué impulsa a tantos a llevar una vida que está por debajo de sus posibilidades? La respuesta se esconde en nuestras creencias.

A menudo nos sacrificamos por otros, jamás por nosotros mismos

Somos muy plásticos. Sí, tenemos un potencial descomunal y capacidad de adaptación. También contamos con una cabeza dura y una tendencia ancestral a vivir en los polos. Me refiero a dominar o a someternos…

Ser humano también es un deporte

Y para ganar en cualquier deporte profesional se necesita hipertrofiar un talento innato. ¿Cuál es el talento de los hombres? Cualquier súper deportista luce su propia deformidad con orgullo, porque cuenta con la aceptación de su tribu. ¿Qué don tenemos solo los humanos que a todos nos honra?

Si no fuéramos tan “ombliguistas”, veríamos mejor nuestras locuras.  Observaríamos las similitudes con otros deportistas. Otros humanos.

Por ejemplo, no nos chocaría tanto la tribu de las mujeres de labios como platos (aunque a nosotros eso nos parezca feísimo, a aquellas gentes les vuelve locos  – y quien desee conquistarlas debe ser digno de ellas.)

Y de los que hacen el indio, ¿qué decir?... Te digo, por ejemplo, que me marcó una película que vi hace la tira de años. Creo que se llamaba, “Un hombre llamado caballo". No la recuerdo bien. Pero sé que el protagonista sufre una tortura de caballo.

Un hombre llamado caballo

De un poste central penden un par de sogas, con un punzón se atraviesa el pecho para atarse a los cabos. Luego baila entorno al poste. Tensa las cuerdas, agoniza y se agota de sufrimiento. Finalmente, colgado por sendos pechos, deja caer todo el peso de su cuerpo sobre ellos hasta desgarrárselos.  Este hombre blanco, tras pagar el ritual precio, es aceptado como guerrero indio.

Algún rito hemos de pasar para convertirnos en hombres de pleno derecho, en personas aceptadas; en pilares de nuestra tribu.

Todo esto tiene su razón de ser. Somos humanos. Hemos de trabajar por algo. Está muy bien que las sociedades se construyan sobre los talentos de sus individuos. Ahora bien, si para dar a luz no quedara más remedio que sufrir, ¿te quedarías en la oscuridad para no afrontar el reto?

Sacrificios correctos y erróneos para tu vida…

El sacrificio es un acto sagrado y ancestral. Algo bueno a cambio de algo bueno. “Dios, te ofrecemos el corazón vivo y aún latiente de este hombre por una buena cosecha para todos…”

Puestos a sacrificar, ¿qué ofrecerías tú?

Yo ofrecería mis aspectos más bestiales. Preferiría pisar mi sombra brutal para que brillase la calidez de mi propia luz. Y esto no es nada fácil, porque el entorno cambia tanto y, en ocasiones, se vuelve tan oscuro, que pisar nuestra oscuridad para dar un poco de luz propia y ternura humana nos puede poner en un peligro de muerte…

Sí señor, he aquí el dilema: Apreciar tu verdad, tu integridad, la alegría de vivir, la creatividad en tu trabajo y tu bondad, o despreciarlas para sobrevivir en un mundo bestial. Vencer el miedo a tu libertad, arriesgarte a explorar y desarrollar tu potencial para disfrutar y compartir el regalo que solo tú puedes dar a este mundo, o contentarte con el sufrimiento intentando hacer del vicio una virtud.

Si tenemos fe en que la brutalidad es la respuesta, mañana seguiremos comiendo nuestro pan de cada día y jugando con un móvil nuevo, lo produciremos con amargura o se lo quitaremos a otro con alevosía para que puedan comer nuestros hijos. Pero habremos omitido a otros el bien que pudimos hacer ayer. Nuestros hijos, o los hijos de los hijos de nuestros hijos lo pagarán aún más caro algún día —pero claro, eso no lo veremos (¿o tal vez sí?)

"Ojos que no ven, corazón que no siente..."

Si confías en tu potencial, entonces apuestas por la promesa que se encierra en tu corazón. La posibilidad de ser cada día más completo, más tú mismo, más fuerte y débil, más dominante y dominado… con el solo objetivo de descubrir la magia y la música de ser humano.

Ser capaces de imaginar y construir con penas y alegrías, y trabajo, y descanso, un mañana más pleno y armonioso. Donde nos podamos dar a conocer auténticamente, respetar profundamente, cuidarnos un poco mejor que ayer y hacer todo el bien posible a la vida que también nosotros somos.

No sacrificarás tu alma luminosa para ver otro efímero día de oscuridad

Morir, moriremos; pero ¿por qué causa viviremos? Sobrevivir es el mandato de todo bicho viviente, pero tú eres mucho más que eso; eres un hombre.

Cómo seguir adaptándote para ser algún día tú mismo

Para sobrevivir debemos adaptarnos. Aprender nuevos trucos, nuevos comportamientos —que acaban siendo los mismos viejos vicios o virtudes de siempre. Y no perder esa flexibilidad, si no queremos quebrar como un árbol rígido vencido por un alud de problemas.

En oriente siguen una lógica menos lineal y más fluida que la nuestra. Aceptan las aparentes contradicciones. Las cosas son y no son, coexisten y se comprenden. No es que el día se oponga a la noche, vemos que noche y día ocurren simultáneamente cuando tomamos espacio y nos distanciamos. Solo entonces aceptamos la noche como la consecuencia de un mundo que gira contra el Sol.

Somos una cosa y la contraria dependiendo del contexto; porque no somos solo palabras. Estamos hechos de carne y hueso… y alma, y luces y sombras…

También podemos ser auténticos o fingidos

Escrito está en el templo de Delfos: "Conócete a ti mismo". Sea esa la base de tu filosofía. ¿Tienes claro quién eres, qué don tienes y qué quieres? Raro sería. Francamente, a la mayoría eso le importa un bledo.

Recupera los mejores momentos de tu vida…

¿Y de qué te serviría conocerte mejor? De mucho. Podrías, por ejemplo, cambiar de juego, o corregir las reglas que ahora sigues. Incluso podrías inventar uno con más futuro, más emocionante y mejor para ti. Tendrías más momentos extraordinarios, más autonomía y más impacto.

Dime, ¿qué quieres conseguir en tu vida? ¿A qué aspiras? ¿Tiene tu vida algún propósito más allá de la supervivencia, sacrificarte por los demás, destacar en la manada o encajar en los esquemas de otros?

Si sientes que tu vida no te llena tanto como te gustaría, ¿quién sino tú necesita reflexionar?

En mi pueblo  (y por mucho mundo que tengamos, todos somos de este pueblo —mota de polvo en el cosmos— llamado Tierra) solemos decir que "cuando el tonto coge la linde, la linde se acaba y el tonto sigue".

Por Dios, si hasta el bueno de Forrest Gump (o Foresto Gámpido, como a mí me gusta llamarlo) lo decía: “Tonto es el que (solo) hace tonterías.”

Que conste que yo he seguido la linde como el que más. Desde hace tiempo. Soy experto en hacer el tonto. Pero en conciencia, considero que debo parar.

Decimos que vamos a cambiar de vida, pero nunca lo hacemos

La mayoría se conforma con cambiar unas cadenas por otras. Hagamos algo diferente, como probar cosas realmente nuevas cuando algo no funciona…. Cosas como pensar por nosotros mismos, soñar más alto, confiar en nuestra buena estrella y trabajar por lo que realmente amamos y que nos hace sentir llenos de vida.

Para los que quieren dejar de hacer el tonto algún día…

Si quieres dar un primer paso hacia tus nuevas posibilidades, te sugiero que recuerdes las experiencias que te han marcado.

¿Qué creencias construiste que aún configuran tu personalidad?

Identifica cuál es la que más impacto positivo ha tenido.

¿Y la creencia de impacto más negativo?

¿Qué pasaría si cambiaras esa creencia que te ha dado resultados tan pobres?

Lo que en un contexto te hizo fuerte y te permitió sobrevivir, en otro puede suponer una gran derrota.

Por ejemplo, ser un tipo duro está bien para encajar los golpes; pero si no sabes ser tierno y vulnerable, ¿qué opciones les das a tus hijos? ¿Ser aún más duros que tú? ¿Cuál es el límite?

Reflexiona sobre esta pequeña fábula —que quizás ya conoces:

El escorpión pidió a la rana que lo llevara a la otra orilla del río. Aunque la rana tenía miedo del escorpión, éste le aseguró que no le picaría; porque, de hacerlo, los dos morirían. Y, mientras ambos se ahogaban, la rana le preguntó: “¿Por qué me has picado?” El escorpión contestó: "Lo siento, no pude evitarlo. Está en mi naturaleza."

Verás, si fuéramos escorpiones, nada habría que lamentar y tendríamos una excusa: “soy lo que soy y estoy atrapado en ello”. Pero nosotros podemos hacer algo con lo que han hecho de nosotros. Podemos hacer algo liberador, lleno de sentido, que nos dé vida y dé vida a los demás.

Cómo diseñar tu vida para que se ajuste a ti

Si crees que necesitas darle un cambio positivo a tu situación, no es tarde. Y puedes ganar mucho.

En mi nuevo libro, "Llegar a Todo", te invito a descubrir algunas de las claves que a mí, y  a otros más sabios que yo, les han funcionado. El libro te ayudará a integrar mejor los distintos aspectos de tu vida, profundizar en lo que de verdad te importa y perseguir activamente una vida más armoniosa. Puedes echarle un vistazo aquí.

¡Atrévete a romper la inercia!

¿Estás dispuesto a ser un poco más tú mismo? ¿Quieres disfrutar más tu vida? No te lo tomes a mal, pero lo dudo mucho. ¿Por qué habrías de ponerte manos a la obra precisamente ahora? Serías una excepción. Millones necesitan dejar de tirar de sus enormes carros, pero no lo hacen porque se sienten acorralados.

Pesan mucho las cadenas que tantas seguridades nos dan. Y total, ¿para qué romperlas? ¿De qué sirve un poco más de libertad, llevar una vida más plena, estar más presente y disfrutar de lo que uno hace?

Cuanto mayor es el carro —y más atado te tiene— mayor es tu inercia y menos opciones ves

Muy pocos creen que pueden parar, y menos aún se deciden a parar. Solo un puñado —los que realmente marcan la diferencia— tienen el valor de cambiar la senda de lo malo conocido para adentrarse en la de lo bueno por conocer.

Si tú eres la excepción, te felicito. He creado Fluenting para ti. Te anticipo que el viaje merece la pena. Para empezar a hacer maravillas con tu vida con mucho menos sacrificio haz clic aquí.

El anterior blog post ¿Harto de tirar del carro?… ¡Empieza a vivir ya! fue originalmente escrito para: https://www.fluenting.com